Me gustaban los polos de horchata, dormir la siesta en el armario, hacer pressing-cat con Nata, morder cartulinas, los libros de E. Gorey, recibir masajes de shiatsu caseros en las patitas y esconder cordones de zapatos y calcetines.
Este es un homenaje a mi preciosa princesa mono, que subió al cielo de los gatos el año pasado y estará ronoroneando en el regazo calentito de mi madre.
1 comentario:
Ay que monina, los gatines chicos son los que más ternura me da en este mundo...bueno los nenes también.
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